SAN AGUSTIN  Y SU DUDAS SOBRE DIOS

Un día San Agustín estando paseando por la orilla del mar, donde no cesaba de darle vueltas a las  diferentes doctrinas que él conocía sobre la realidad de Dios, y en especial a  una, la doctrina de la Trinidad.

Se da cuenta que hay un niño, que está jugando en la arena, a la orilla del mar. Fijándose en él y observándolo vio que el niño corría hacia el mar. Llenado su cubo de agua y volviendo donde estaba antes,  vacía el agua en un hoyo. Así una y otra vez el niño lo repetía.

Hasta que San Agustín, extrañado y con gran curiosidad se acerca y le pregunta “Oye, niño ¿Qué haces?” y el niño le responde “estoy sacando todo el agua del mar y la voy a poner en este hoyo”  y San Agustín dice “Pero, eso es imposible” y el niño responde “Mas imposible es tratar de hacer lo que tú estás haciendo: Tratar de comprender en t u mente pequeña el misterio de Dios.

San Agustín nació en Argelia de familia de pequeños  propietarios terratenientes. Su padre, Patricio, era pagano de un temperamento muy fuerte y su madre Santa, Mónica, que ha llegado a considerarse como modelo de amor y abnegación donde sufrió mucho por su hijo Agustín, sobre todo en su juventud.  En las confesiones  de Agustín se llama a si mismo  “las lágrimas de mi madre”.

Poseía una inteligencia extraordinaria, pero muy arrogante y rebelde. Fue arrastrado por sus pasiones, la frivolidad, la lujuria y la fama. Paso por la herejía y el escepticismo.

Pero confundido por sus ideas se marcha a Roma para proseguir con sus estudios donde su madre le acompaña. Fue en la ciudad de Milán, donde San Agustín asistió a los sermones de santo obispo Ambrosio donde algo se despertó en su interior y a la edad de 33 años  finalmente se bautizó

Mónica por fin pudo ver a su hijo bautizado y sobre todo, consiguió poder abandonar  este mundo con la paz interior, sabiendo que su hijo ya no estaba solo pues había encontrado su propio camino.

Después de la muerte de su madre volvió a su ciudad Natal vendió todas sus propiedades repartiéndolas entre los pobres  y se retiró con unos compañeros a hacer vida monacal. Lo que con el tiempo llegaría a ser la Orden Agustina.

En el año 397 comienza sus “Confesiones” y a partir de 413 “La ciudad de la Dios”  donde se enfrentó a quienes  adoraba  a otros dioses y dirigirlos hacia la Nueva Ciudad de Dios.

Dentro de sus confesiones, San Agustín nos deja en sus escritos la conciliación de la fe con el intelecto.

La Ciudad de Dios de San Agustín.

Dentro de esta sociedad, donde el hombre es responsable de su comportamiento y hace un uso correcto de las cosas temporales, es en este sentido que se revela la política dentro de la ciudad terrenal, en la correcta visión de alcanzar la ciudad celestial, que consiste en el servicio, la humildad, la unidad y en el respeto a la dignidad de la persona en sí misma y en los otros, e incluso dice San Agustín, que la autoridad de los que tienen poder en la sociedad debe estar en función de los demás, porque “no mandan por deseo de dominio, sino por deber de caridad; no por orgullo de reinar, sino por la bondad de ayudar”

De ello que los que controlan la sociedad busquen la justicia dando a cada uno los deberes y derechos que le competen, para que así los ciudadanos se sometan a sus autoridades y a las leyes mortales, mientras están de viajeros en la vida temporal.

Por último, parece muy evidente que San Agustín recomienda que si el hombre pretende alcanzar la paz y la felicidad celestial, es tarea que desde ahora vaya perfilando su alma a la entrega desinteresada por el prójimo y al amor del único Dios que lo ha creado, porque la ciudad de Dios se empieza a vivir ya aquí en la tierra, sin embargo se encuentra en una continua lucha con la ciudad terrena, ya que en ésta habitan seres que no reconocen a su creador, poniendo sus felicidad en las cosas temporales, que ciegan su amor hacia sí mismos, debido a que han desviado su voluntad por caminos desordenados. En conclusión es tarea del ser humano vivir “la doble ciudadanía por la cual el hombre puede ser miembro de la ciudad de Dios, sin dejar de ordenar su vida temporal, dentro del marco de la sociedad civil y de acuerdo con sus normas”.

Murió en Hipona el 28 de agosto de 430.

La historia de San Agustín como muchos otros nos demuestra que no importa lo perdido que puedas estar, siempre tendrás la oportunidad de poder encontrar el sentido de tu vida y poder despertar.

FELICIDADES A TODOS LOS QUE CELEBRAN ESTE DIA DE SAN AGUSTIN