EL MILAGRO DEL AMOR Y LA COMPASIÓN
Día 27 de noviembre festividad de la VIRGEN MILAGROSA
Felicidades a todas aquellas personas, que se llaman Milagro, hoy es un día para recordar la historia de aquella Niña que con apenas 12 años, quiso entregar su vida al servicio de los demás.
Santa Catalina Labouré nació en Francia, la ciudad de la Luz, poco después de cumplir sus 12 años tiene la experiencia de recibir en un sueño el mensaje de un anciano sacerdote que le alienta a continuar su camino Espiritual.
Su padre se niega a dejarla partir hacia el convento, ya que sus planes era el de verla casada, así que la envía a París para que trabaje en la cantina de uno de sus hermanos. Allí ella descubre la miseria de la gente y es en ese momento, cuando tiene muy claro hacerse monja para ayudar y dar ánimos a todas aquellas personas que estaban en terribles penurias.
Entró en la congregación de las Hijas de la Caridad, fundada por San Vicente de Paul, al ingresar en aquel convento se encuentra con un retrato idéntico del anciano sacerdote que ella había visto en sus sueños, cuando pregunta de quién se trata esa pintura le dicen que es San Vicente de Paul, fundador de la congregación en la que ella iniciaba su vida religiosa.
San Vicente de Paul, también fue un hombre entregado, abogó por mejoras en las condiciones de los campesinos y aldeanos. Su visión, limitada en sus comienzos a la población campesina, se fue ampliando progresivamente hasta incluir condenados a galeras, enfermos pobres, niños abandonados, soldados heridos, esclavos, ancianos desamparados, mendigos, refugiados de guerra o nativos paganos de Madagascar.
Este es el amor eficaz que no deja de actuar, aun cuando no se deje ver. En 1638, se encargó de la Obra de los Niños expósitos, más de 300 niños, eran abandonados anualmente en las calles de París. Según los casos, asignaba un número de Hijas de la Caridad a la obra y tuvo 13 casas para recibirlos. Cuando, en 1647, esta obra estuvo en peligro, la salvó dirigiendo una elocuente llamada a las Damas de la Caridad para que vieran a los expósitos como a sus hijos.
Catalina, durante la noche del 18 de julio de 1830 se despertó al oír la voz de un niño muy hermoso que la llamaba «Hermana, todo el mundo duerme, venga a la capilla, la Santísima Virgen la espera«. Catalina se levantó, siguiendo al niño, al llegar a la capilla, escuchó el roce de un vestido de seda.
Sor Catalina oyó como un rumor, como el roce de un traje de seda, que partía del lado de la tribuna, junto al cuadro de San José. Vio que una señora de extremada belleza, atravesaba majestuosamente el presbiterio, «fue a sentarse en un sillón sobre las gradas del altar mayor, al lado del Evangelio».
Catalina al principio dudó si se trataba de la Virgen o si era sólo una ilusión. Pero el ángel el niño le dijo, enérgicamente: “Por ventura ¿no puede la Reina de los Cielos aparecerse a una pobre criatura mortal en la forma que más le agrade?» entonces, Sta. Catalina se fue inmediatamente al lado de la Virgen y, arrodillándose, con la confianza que un niño pequeño tiene para con su Madre, puso las manos sobre las rodillas de la Madre de Dios.
Allí, dice Sta. Catalina, «pasé los momentos más dulces de mi vida; me sería imposible decir lo que sentí”. La Virgen le dio a la joven consejos provechosos para su vida espiritual. También le encomendó una misión: «Dios quiere confiarte una misión; te costará trabajo, pero lo vencerás pensando que lo haces para la gloria de Dios. Tú conocerás cuán bueno es Dios.
Tanto la vida de Catalina como de, Vicente sus vidas se basaron en la fe, la compasión y la humildad. Con un corazón siempre abierto para entregarlo aquellos que más lo necesitaban. Un ejemplo que no deberíamos olvidar nunca.
Muchas han sido las Almas que entregaron su vida ayudar a los demás y muchas veces confundimos creencias religiosas con los actos de bondad y entrega, que muchas personas por fe o porque así se lo dictaba su conciencia lo han demostrado no simplemente con la oración sino con lo más importante con el Amor de su Alma, dejándonos sus enseñanzas y el ejemplo de sus vidas y que no deberíamos olvidar.