En medio de las vicisitudes y el trabajo diario, es fácil olvidar que nunca estamos solos. Nuestro ángel guardián nos acompaña siempre, brindándonos consuelo en la tristeza y apoyo cuando nos sentimos débiles y cansados. Desde la niñez, oraciones de madres y abuelas pedían protección para nosotros: «No me dejes solo ni de noche ni de día». Dedica un momento para agradecer su amor infinito y su constante presencia en tu vida.